Friday, June 8, 2007

Que cada quien juzge por si mismo...palabras ante la OEA de Condolezza Rice.

Secretaria de Estado Condoleezza Rice

En la Sesión Plenaria de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos

4 de junio de 2007

Ciudad de Panamá, Panamá

SECRETARIA RICE:
Muchas gracias. Primero me gustaría agradecer al Gobierno y al pueblo de Panamá por ser unos anfitriones tan gentiles para la Asamblea General de la OEA de este año. Espero reunirme con el presidente Torrijos más tarde y quiero agradecer al Canciller Samuel Lewis por presidir esta reunión. Permítanme también agradecerle, Secretario General Insulza. Bajo su liderazgo, la OEA se ha convertido en un aliado con mayor fuerza y mayores principios para los ciudadanos de nuestro Hemisferio, quienes mantienen confianza en los principios de la democracia, y quienes quieren ser incluidos en los beneficios de la democracia, de la prosperidad, de la seguridad personal y de la justicia social.

Compañeros ministros, damas y caballeros, nuestra Carta Democrática Interamericana establece que la democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas. Es el deber de cada gobierno en este Hemisferio de cumplir con las esperanzas de sus ciudadanos, de cumplir con lo que el presidente Bush ha llamado la revolución en las expectativas de las Américas de hoy en día. Nuestros pueblos esperan impacientemente una mejor calidad de vida y nosotros debemos estar impacientes por responder a esa necesidad.

Cada gobierno debe conducirse de manera democrática, respetando y protegiendo los derechos humanos y libertades fundamentales de todos sus ciudadanos. Cada democracia debe garantizar que sus ciudadanos tengan iguales oportunidad de prosperar por medio de mercados libres y del libre comercio. Y toda democracia debe abrir sus puertas a la justicia social para sus ciudadanos, gobernando de manera justa, luchando contra la corrupción, reformando su economía e invirtiendo en la educación, salud y viviendas de su pueblo.

En todas estas acciones, debemos garantizar el éxito a largo plazo de la democracia en las Américas. De hecho, uno de los desafíos más urgentes que enfrentamos en la actualidad, uno que afecta el desarrollo económico de cada nación en el Hemisferio es en efecto la energía. Me complace ver que la OEA haya hecho de la energía el tema central de la Asamblea General de este año y estoy ansiosa por escuchar sus ideas sobre cómo podemos estar todos a la altura de este desafío común.

Hemos arrancado con un buen pie. La declaración de Panamá redactada aquí demuestra que la energía es una parte vital de la agenda de nuestro Hemisferio y que trabajaremos juntos para abordar los desafíos de la seguridad energética, el cambio climático, la administración del ambiente y el desarrollo sostenible. Estos cuatro desafíos son indivisibles y debemos atacarlos todos juntos.

Bajo el liderazgo del presidente Bush, Estados Unidos está ayudando a liderar en el tema de la energía. Estamos conscientes del problema. Se trata, en palabras del Presidente, de nuestra adicción al petróleo y vamos a hacer algo al respecto. Estamos trabajando para alcanzar la meta del Presidente de disminuir nuestro consumo de gasolina en 20 por ciento en un período de diez años por medio de una mejor eficiencia automotriz y un mayor consumo de los combustibles alternativos.

Durante los seis últimos años, con el pleno respaldo del Congreso, hemos dispuesto más de 12 mil millones de dólares para la investigación en fuentes alternativas de energía. Precisamente la semana pasada, el presidente Bush anunció una estrategia de largo plazo para abordar el problema del cambio climático e hizo un llamado a los 15 países más ricos del mundo a trabajar juntos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta declaración indica que los biocombustibles serán vitales para la diversificación de la energía en nuestro Hemisferio. Estamos completamente de acuerdo. Es por ello que Estados Unidos y Brasil recientemente sellaron un acuerdo bilateral innovador en materia de biocombustibles. Nuestros dos países están ahora transformando la manera de trabajar juntos, estamos profundizando la investigación y la inversión en biocombustibles, ayudando a los países en desarrollo en nuestro Hemisferio para que puedan proveerse de energía y a terceros países y facultándolos para que puedan estimular su propio crecimiento.

En pocas palabras, buscamos promover la democratización de la energía en las Américas, aumentando el número de suministradores de energía, expandiendo el mercado, y reduciendo las posibilidades de interrupción del suministro. Estamos comenzando a trabajar con El Salvador, República Dominicana, Haití y St. Kitts. Deseamos expandir nuestra cooperación energética con más países y especialmente con las OEA. Nuestra meta no debe ser más que dar inicio a una nueva era de la seguridad interamericana en materia de energía.

Superar el desafío energético claramente fortalecerá el vínculo entre la democracia y el desarrollo en las Américas y contribuirá con el éxito a largo plazo de la democracia. Sin embargo, siempre debemos recordar que nuestra mayor fuente de energía como democracia no es el petróleo o el gas, el viento o el agua, los biocombustibles o los combustibles fósiles; es el talento y la creatividad de nuestro pueblo, liberadas por los principios democráticos y de derechos humanos que la OEA encarna y representa. Este es el propósito y el significado de nuestra Carta Democrática.

La liberta de expresión, la libertad de asociación y libertad de conciencia no son una espina clavada en el pie del gobierno. Son el comienzo de justicia en toda sociedad. La discusión pública y sin trabas de las ideas es la mayor garantía para el Estado de Derecho y la más segura protección contra los caprichos de los gobernantes. El estar en desacuerdo con su gobierno no es antipatriótico y ciertamente no debería ser tipificado como un crimen en ningún país, especialmente en democracia. Un diálogo y un debate abierto no es sólo un principio fundamental de la democracia, es una necesidad práctica para el buen proceso de toma de decisiones, para la supervisión transparente y para la puesta en práctica de políticas efectivas. Esta es la única manera de que los gobiernos democráticos puedan esperar lograr un desarrollo económico y una justicia social real para sus pueblos.

Es importante recordar todo esto en momentos cuando consideramos los recientes acontecimientos en Venezuela. Muchos ciudadanos venezolanos están levantando sus voces en protesta pacífica contra la decisión de su gobierno de cerrar RCTV. Muchos grupos e instituciones internacionales han manifestado sus voces de preocupación y aplaudo al Secretario General Insulza por haberse unido a esas voces.

El Senado de Estados Unidos ha hecho un llamamiento a la OEA para abordar este tema. El presidente Bush y yo estamos de acuerdo. En concordancia con el artículo 18 de la Carta Democrática, instamos al Secretario General a ir a Venezuela para realizar consultas de buena fe a las partes interesadas y para consignar un informe completo a los cancilleres por medio del Consejo Permanente.


Nosotros, miembros de la OEA, debemos defender la libertad donde esté bajo asedio en nuestro Hemisferio, y debemos apoyar la libertad donde y cuando sea necesario. Al respecto, un proceso de cambios se está gestando en Cuba, y la OEA debe estar lista para ayudar al pueblo de Cuba a realizar sus aspiraciones y lograr su libertad y así garantizar los derechos que actualmente disfruta nuestra comunidad democrática de la Américas. Ningún otro país en el Hemisferio, incluso Estados Unidos de América, no debe ni puede ni determinará el futuro político y económico de Cuba. Tal decisión es de los cubanos que viven en Cuba. Sin embargo, es nuestra responsabilidad como países democráticos de las Américas ayudar al pueblo cubano a que libremente tracen el futuro que deseen.

Las demandas de libertad y de democracia ha transformado este Hemisferio en unas pocas décadas. Actualmente, escuchamos las voces de nuestros pueblos con mayor claridad que antes. Tienen altas expectativas y su paciencia no es ilimitada. Quieren buenos gobiernos y oportunidades económicas. Quieren mejores escuelas y mejores hospitales. Quieren que se les protejan sus derechos y vivir en lugares seguros. Quieren justicia social y trabajos decentes. Y quieren que para sus hijos el horizonte no sea el límite.

Debemos escuchar las voces de nuestros pueblos. Son voces de dignidad y de merecidas aspiraciones que transcienden todas las fronteras y culturas de este diverso Hemisferio. Debemos respetar y tener en cuenta esas voces, porque ellas encarnan no sólo nuestra humanidad común sino el futuro para todos nosotros.

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