Friday, July 13, 2007

El Charlatán embustero

El charlatán embustero

Eddie A. Ramírez S.

El teniente coronel regresó como siempre, o sea charlatán, embustero e intolerante, del “exitoso” viaje que realizó para comprar armas, asesorarse con el dictador Lukashenka y estrechar lazos con el régimen terrorista de Irán. La iglesia y Muller Rojas, guardando las distancias que existen entre la autoridad moral de la primera y el servilismo del segundo, propiciaron el desahogo al despecho por los impedimentos que enfrenta para ingresar a Mercosur. A otros les corresponderá analizar estos temas. Aquí solo nos referiremos a sus alusiones sobre las refinerías e industria petroquímica. En su primera perorata, apenas se bajó del avión, nos dio una charla sobre ubicación “estratégica” de refinerías y plantas petroquímicas. Criticó que las transnacionales construyeran, con la complicidad nacional, plantas en Paraguaná en donde no hay petróleo, con la intención de exportar todos los productos en lugar de destinarlos al mercado nacional. Según su concepción estratégica, esas refinerías deberían estar en el interior. Más por mala fe que por ignorancia, el comandante realiza estas afirmaciones para intentar engañar a sus seguidores. Tal y como consta en el libro “La industria venezolana de los hidrocarburos”, publicado por PDVSA en 1989, el gobierno de Medina estableció en 1943 acuerdos con las compañías extranjeras para que éstas refinaran la mayor cantidad posible del petróleo venezolano. En 1949 se inició la refinación en gran escala con la construcción de la refinería de Cardón y en 1950 la de Amuay, ambas en Paraguaná, en donde existía la posibilidad de un muelle de aguas profundas. En esos años la población venezolana era de apenas unos cinco millones de habitantes y desde luego el consumo de combustibles y lubricantes en el mercado interno era muy pequeño. Lógicamente era necesario, al igual que en la actualidad, exportar la mayor parte del crudo y de los productos refinados. Posteriormente se construyeron otras refinerías en El Palito y en Puerto La Cruz, ambas también en las costas para facilitar las exportaciones. Hay que recalcar que las refinerías no son una fuente importante de empleo. Cardón y Amuay son operadas con solo unos cuatro mil (4000) trabajadores y procesan en conjunto algo menos de un millón de barriles por día. Construir refinerías más pequeñas como las que se piensan establecer en Barinas y en Caripito seguramente no será rentable. Tampoco parece buen negocio establecer una de mayor tamaño en la alejada Cabruta, ya que procesar 400.000 barriles diarios es mucho para ser absorbido por el mercado interno y para exportar habría que dragar el Orinoco, con el alto costo monetario y ecológico que ello representa. Igualmente no luce atractivo participar en la construcción de refinerías en el exterior. La refinación es un negocio de estrecho margen de rentabilidad, por lo que no puede improvisarse. Con respecto a las plantas petroquímicas el comandante asomó la ocurrencia de establecer una en Tucupita y otra en Guasdualito, con el argumento de que impulsarían el desarrollo regional. Es evidente que el interior debe ser desarrollado, pero para que sea exitoso debe obedecer a una planificación bien hecha y no a ocurrencias populistas de alguien que quiere ordenar el territorio nacional como un niño montando un pesebre: aquí van unos bueyes, más allá un río y unas ovejas y un poco más lejos una cueva. ¿Habrá alguien sensato en su entorno y con suficiente valor para decirle al teniente coronel que sea menos charlatán y que no diga embustes con intenciones aviesas? Mientras tanto hay escasez de gas doméstico en bombonas y frecuentemente no se consigue el tipo de gasolina que requiere el parque automotor, siguen ocurriendo accidentes de trabajo, derrames de petróleo y la corrupción alcanza niveles inimaginables.

eddiearamirez@hotmail.com




Tuesday, July 10, 2007

Derechito al Desastre

Derechito al desastre
-Rafael Poleo-
viernes, 6 julio 2007 Artículo publicado originalmente en el semanario Zeta

A veces al cronista no le queda otra que ser definitivamente pesado. Hugo es uno que debe odiarme por esta semanal reláfica de sus disparates y fracasos. Pero, ¿qué hace uno, si no hay aciertos y éxitos que reportar? Menos mal que en esto me siento bien acompañado. Lo estoy públicamente por algunas eminencias del régimen.

Así por Maza Zavala, maestro indiscutido de la Economía y de las Finanzas, quien, sin dirigirse particularmente a nadie, cada tanto dice cómo deberían hacerse las cosas, siempre distinto a como las hace Hugo. Y por Müller Rojas, pulido general y viejo profesor de Ciencias Políticas con antigua posición revolucionaria, sólo que metida en la ortodoxia de la estrategia y la táctica como la enseñan los grandes autores, no improvisada en estado de frustración y arrechera. Y por la llamada Fosforito, porque la percibo auténtica en su posición -lástima que a veces la exprese de modo inadecuado, pero esas son licencias permitidas a las mujeres. Y por la señora Ron, la que da aires populares a un ilustre apellido guariqueño, y a quien se le ve la intuición de que por este camino todo se irá al mismísimo.

Otros callan y esperan. Apuesto doble contra sencillo que Baduel y Diosdado, rivales naturales a quienes Hugo contrapone, no están de acuerdo con una estrategia que lleva a una serie interminable de derrotas. Espiguemos las del momento:

1º: Fracaso general en el costoso esfuerzo por alinear a Latinoamérica contra Estados Unidos. Se comieron y se bebieron nuestros petrodólares y ahora ni siquiera nos dejan entrar en Mercosur. Pero, ¿cómo iban a permitirlo? La palabra lo dice: Mercado del Sur. Algo concebido para comprar y vender, no para hacer la guerra. Mercosur es para ir juntos a las negociaciones con el Imperio, que existe y es maluco, el único que tiene billete para comprar lo que aquí produzcamos.

2º: Fracaso total en el costoso esfuerzo de sobornar a la Unión Europea y a Rusia dándoles contratos y comprándoles cuanto coroto inútil le susurran a Hugo los traficantes que llevan su 15%. Hechos los negocios que iban a hacer, los europeos llaman al pobre Hugo "el teniente coronel golpista" y ya no lo reciben.

En cuanto al fiasco ruso, Hugo debería colgar por las mochilas a los asesores que no le explicaron las poderosas razones de seguridad que Rusia tiene para temer a un Islam con poder nuclear.

Pero es que ese muchacho ya entró en la fase de la fatiga nerviosa en la cual no se escucha sino a quien dice lo que uno quiere oír. Es un enfermo terminal que desconfía de los doctores -como serían Maza Zavala y Müller-, y cree en brujos que le ofrecen la esperanza de un milagro para salvar un proyecto que se hunde cual submarino ruso.

Otro panorama quisiera dibujar este cronista, a quien con tal de que el país salga adelante no le importa quién sea el conductor en tanto no sea uno de los anteriores personajes, causantes de esta vaina. Por algo cuando las nubes de tormenta empezaban a poblar el horizonte fundamos un periódico llamado "El Nuevo País", manera de repudiar al viejo, todos los días en todo el país si "El Nacional" no nos queda mal en la distribución.

Pero es que Hugo es un "pitcher" a quien los bateadores contrarios la bola se la ven del tamaño de un melón. Como político es un intuitivo notable y cómo "showman" domina la TV como nadie lo había hecho desde Renny Otolina.

Pero como estadista es un aficionado a quien una vuelta de chipola llevó a jugar en las mayores. Él puede humillarnos como le dé la gana a quienes le decimos la verdad, condenarnos al exilio y hasta meternos presos. Para eso tiene los fusiles de Baduel y la impudicia de Isaías. Los desarmados, humillados y ofendidos, sólo podemos repetir lo que el tribuno griego le dijo al general furioso: "Pega, pero escucha".

Hay quien cree que será eterno éste castigo a la frivolidad de los electores que en 1998 votaron por un teniente coronel raspado en el curso de Estado Mayor cuyo único antecedente era el de haberse acordado, explícita o implícitamente, con un generalato que quería menear la mata a ver qué caía de ella.

La visión pesimista se basa en los precios del petróleo, único asiento del régimen. Esa es una apresurada percepción, muy a la venezolana, que no mira sino los ingresos sin reparar en los egresos.

"A matto grosso", los ingresos de este año serán unos 44 mil millones de dólares, y las importaciones 40 mil. Nos quedan 4 mil millones y eso Fidel se lo traga en una sentada. Por eso Raúl habla con los gringos por debajo de cuerda y se prepara a chinificar Cuba: socialismo pa'dentro y capitalismo pa'fuera, porque el chorro venezolano va a menguar.

Ante la estrechez de divisas la desconfianza cunde. Bonos venezolanos que estaban a 125 hoy se cotizan a 107, y van pa'bajo. (Ojo, Hugo: ¡Si haces "default" te caes!). El desequilibrio viene del año pasado. Por eso nos comimos la mitad de las reservas en divisas y nos estamos comiendo la otra mitad. Después vendrá un recorte en las importaciones que se les antojen suntuarias.

(En Cuba son lujo hasta las pantaletas de poliéster. Salvo cuando trabajan de putas, las cubanas las llevan más o menos de caqui, cual pasaba en la Europa Oriental antes de la caída de la URSS. Veremos si las admiradas revolucionarias que mencioné al principio se sacrifican por la causa).

Simultáneamente, el mayor Vielma Mora deberá apretar las clavijas tributarias. No sé cómo harán para que no suban los precios si suben los impuestos. Pregúntenle al brujo Giordani, porque el doctor Maza Zavala ha advertido que eso es inflación segura.

Maza está preocupado por la caída de la producción interna, que obliga a aumentar las importaciones y se lleva los dólares. Las invasiones de tierras han liquidado la producción de alimentos. A los ocupantes les dan un pedazo de tierra y diez vacas. Se comen cinco vacas, venden las otras cinco y se van pal carajo.

Igual con la caña. El Gobierno le pasa tractor a los cañaverales y reparte ese esterero. El rebaño nacional se ha reducido y nos estamos comiendo los vientres y los mautes. Los centrales están apagados. Conseguimos azúcar donde podemos, porque en el mercado mundial escasea -y pensar que exportábamos.

Por eso no hay carne ni azúcar. Maza se queja de la producción asfixiada. La persiguen como a delito. El viejo doctor debe recordar que los adecos del 45 nos pusieron a comer bistés importados que parecían suela de alpargata y azúcar negra, como ahora. Aunque no lo dice, Maza debe saber que aquí casi no quedan animales en edad de matadero, que Colombia no nos vende más ganado para preservar sus rebaños ante un mercado mundial cada día más hambriento y estamos importando diez mil reses semanales del Brasil.

Entonces, Hugo, ¿te la vas a dar de arrecho con la derecha brasileña, única que te manda ganado porque Uruguay y Argentina no quieren venderte, pues mandan su producción al mercado estadounidense para no perder sus cupos? ¡Ay, Hugo..! ¡Cómo ignoras esas difíciles ciencias que deben saber los nautas! (Así decía Job Pim).

Con Carlos Andrés Pérez pasó eso. Iba al abismo y los dirigentes adecos de los años noventa no se atrevían a decírselo. A mí, que me atreví, me asaltaron el hogar y una jueza adeca que por algo todavía está encumbrada sentenció que había sido yo mismo.

¿Serán los bolivarianos tan cobardes para no sentar a Hugo y mostrarle los hechos objetivos que anuncian un fracaso en el curso y de paso está arruinando la república?

¿Será que todos los venezolanos somos así, como los dirigentes adecos que sabían que Pérez estaba creando las condiciones para esto que ha pasado y ninguno tuvo la dignidad de decírselo?

Después dicen que no merecemos esto que nos pasa.

Los locos somos nosotros

Los locos somos nosotros 09.07.07
GUSTAVO CORONEL
Prohiben a psiquiatras opinar sobre Chávez

“Chávez y yo somos megalómanos”. Alberto Muller Rojas “El Universal” de ayer.

La megalomanía es una condición psicopatológica, la cual consiste en creerse la última coca-cola del desierto y alimentar ilusiones y fantasías de poder, riqueza u omnipotencia. Chávez y él comparten esa anormalidad, según le confiesa el botado Muller Rojas a Sara Carolina Díaz, en El Universal de ayer Domingo.

Al mismo tiempo, sin embargo, el Ministerio de Salud ha enviado una comunicación a los psiquiatras venezolanos, firmada por los encargados de salud mental en ese ministerio, Doctores Muñoz Coll y Sánchez Vera, advirtiéndoles en contra de “ usar sus conocimientos a través de medios de comunicación para irrespetar y lesionar la majestad del presidente o de miem-bros del gobierno”. Anuncian sanciones para quienes hagan un uso “irrespetuoso y anti-ético” de su saber adquirido en el área de la salud mental.

Es decir, no pueden llamar loco a Chávez. Al menos un distinguido psiquiatra venezolano, el Dr. Adrián Liberman, ha dicho que el preferiría dedicarse a otras actividades antes de mutilar su libertad de pensamiento y someterse a quienes “usan batas blancas e ideas rojas”.

Previendo que los psiquiatras venezolanos no puedan seguir mencionando los transtornos mentales de Hugo Chávez creo necesario ayudarlos. Como geólogo no me siento aludido por la prohibición hecha a los psiquiatras y me considero libre de decir lo que no requiere estudios especializados para ser dicho: Hugo Chávez es un loco peligrosísimo. Hugo Chávez requiere urgentemente de tratamiento psiquiátrico.

Lo procaz necesita prozac.

La locura de Chávez ha ido in crescendo, desde el momento en que prometió quitarse el nombre si no resolvía en seis meses el problema de los niños abandonados. A nadie más que a un loco se le ocurre decir eso, ya que una persona normal sabe que seis meses no son suficientes para llevar a cabo esta necesaria tarea (casi nueve años no le han bastado) y que los venezolanos le recordarían incesantemente su violación de esta promesa.

Locura irresponsable fue la de prometerle a Aristóbulo el palacio de Miraflores para una universidad popular sin que tal cosa ocurriera. Locura inofensiva pero evidente fue anunciar, hace siete años, un gran parque en el sitio donde estaba, está y estará el aeropuerto de La Carlota. La prueba de su locura es que nadie le hizo caso.

Y que decir de la ruta de la empanada, gallineros verticales o los cultivos hidropónicos de la Avenida Bolívar? Considerar seriamente estas insensateces como proyectos gubernamentales no se le puede ocurrir sino a un demente.

En Enero 2004 Hugo Chávez dió un discurso en la Asamblea Nacional, en presencia del cuerpo diplomático, en el cuál se jactó de haber provocado una crisis en Petróleos de Venezuela a fin de tomar el control de la empresa. Dijo que había procedido a nombrar a Gastón Parra presidente de la empresa, sabiendo que ello provocaría una protesta generalizada, la cuál le permitiría botar a quienes protestaran.

Se refirió con orgullo de orate al pito que había usado en la televisión para botar a los gerentes que protestaban. Esto no se le puede ocurrir sino a un loco. Si fue verdad lo que dijo en la Asamblea, ello sería un acto de locura criminal, pero si fue mentira tal aseveración sería el producto de una mente desquiciada, inmoral e irresponsable.

Pelearse con la Comunidad Andina de Naciones porque lo que deseaba era irse para el Mercosur fue un acto insensato pero, pelearse ahora con el Mercosur, atribuyéndole los mismos defectos de la CAN, eso raya en la locura. Ahora probablemente lo veremos tratando de entrar de nuevo a la Comunidad Andina.

Solo a un demente se le ocurre prometer construir 13 refinerías en países visitados, incluyendo una en Vietnam, otra en Siria, y hasta una en las islas Fiji.

Promover un gasoducto trans-amazónico no es, acaso, una señal de locura? Ni hay reservas suficientes de gas en Venezuela para alimentar ese proyecto, ni hay dinero para financiarlo, ni el análisis económico mas superficial lo respalda, ni hay suficiente cañería para construirlo ni la gente es tonta para permitir que se construya un gasoducto por la mitad de la cuenca amazónica. Que Lula y Kirchner sigan hablando de esta estupidez solo significa que le tienen terror al loco.

No pensarían ustedes que nombrar canciller a Nicolás Maduro demuestra un reblandecimiento mental acentuado? Tener un canciller que anda sin frenos, quien no cesa de insultar a los diplomáticos de países con los cuales se tienen relaciones comerciales y diplomáticas no puede ser normal.

Y eso es lo que hace Maduro: insulta al embajador de USA, al canciller Peruano, al Congreso de Brasil, a Garzón. No es, acaso, una promoción de la locura el nombrar ministro a Carreño, quien asevera que lo están espiando por el televisor? O a Ramírez, quien anunció hace unos meses su determinación de invadir a Bolivia? O a Baduel, quien dice haber reencarnado cuatro o cinco veces?

Quien duda que ir a Irán, a rezar a la tumba del Ayatollah Khomeini para pedirle la destrucción de los Estados Unidos, no constituye una señal de locura? Ese señor Khomeini presidió una dictadura teocrática en la cual murieron millón y medio de personas. Solo a un loco se le ocurre ir a rezar a esa tumba, nada menos que a pedir la destrucción de la nación que le da de comer a su régimen.

Y quien puede dudar que rebautizar el hospital La Coromoto, de Maracaibo, con el nombre de un asesino sea un acto de desequilibrio mental?

Decirle a los rusos que siente nostalgia de la Union Soviética o a los chinos que él es Maoista o a los Peruanos que Velasco Alvarado fue su ídolo no se le ocurre sino a un chiflado.

Hacer bautizar las promociones de cadetes de este año con el nombre de “4 de Febrero de 1992”, la fecha de su traición a la patria y de la muerte de docenas de inocentes venezolanos, es un insulto a todos los venezolanos y un acto de locura que debería bastar para que Edmundo Chirinos y Jorge Rodríguez ordenaran ponerle una camisa de fuerza
Mandar a construir un mini-monumento de Carabobo de cartón piedra para llevar a cabo un desfile militar encerrado en la Academia militar es un preocupante indicio de temores irracionales. La paranoia es eso, precisamente, una desconfianza patológica en todo y en todos.

Sacar a un frágil militar de su retiro, reactivarlo como miembro del ejército, nombrarlo asesor militar principal y designarlo como miembro clave de la junta organizadora de un partido político único, ya eso de por sí nos huele a manicomio.

Pero despedir a ese militar meses después porque ha dicho que la fuerza armada venezolana está politizada, cuando el mismo ha sido el autor de esa politización, con la asesoría del propio botado, ya eso es demasiado. Aquí hay más de un loco suelto! Imagínense ustedes un ejército venezolano luchando contra “el invasor” al mando de Baduel, Muller Rojas y Chávez!

Cuando los venezolanos dicen que gastar seis mil millones de dólares en armas cuando el país no tiene infraestructura o la gente pasa hambre, es una locura, están haciendo un diagnóstico sin ser psiquiatras, porque ello es literalmente correcto. Nadie en su sano juicio gastaría miles de millones de dólares en instrumentos de muerte cuando las evidentes necesidades del pueblo son muy diferentes.

Es preciso, entonces, preguntarnos: Como puede un loco llegar a ser la única ley que exista en un país de 26 millones de habitantes? Si a un piloto de aviación se le quita la licencia por ligeros problemas mentales. Si un simple chofer de autobús debe someterse a un exámen psiquiátrico para obtener su licencia.

Como es posible que un presidente que muestre señales tan evidentes de desequilibrio mental pueda continuar manejando un país y se le permita llevarlo al desastre?

¿No será que los locos somos nosotros?

LOS DICHOS DE BOLÍVAR QUE A CHÁVEZ LE SACAN LA PIEDRA:

"Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes; es un país de esclavos" (Simón Bolívar).

"La prosperidad del país vendrá cuando los venezolanos tengamos el derecho de gozar y disponer libremente de sus bienes y del fruto de su talento, industria y trabajo" (Simón Bolívar).