Irrespeto a Costa Rica
Castro y Chávez se han encargado de anunciar, sin rodeos, su intromisión en el referendo sobre el TLCEste desafío le confiere al referendo y al TLC toda su importancia en el orden económico, social y democrático
Los dólares del petróleo venezolano, “administrados” con largueza y sin control por Hugo Chávez, han hecho el milagro de darles un nuevo aire a Fidel Castro y a sus seguidores en América Latina. El opio del totalitarismo y de la dictadura no se diluye fácilmente, máxime cuando cuenta con el ingrediente del dinero. De aquí la necesidad imperiosa de vigilar y denunciar sus nuevas acometidas. Costa Rica es, desde hace tres años, uno de sus blancos predilectos no por la vía de la violencia o del adoctrinamiento, sino mediante la perversión del sistema democrático y del Estado de derecho. Las elecciones pasadas, deslegitimadas con antelación, si el vencedor era Óscar Arias, y el TLC han sido la gran oportunidad en este sentido.
Esta no es una invención o, como dicen algunos, una expresión de intolerancia o de macartismo. Esta estrategia político-sindical contra el sistema lectoral, la legitimidad democrática y el Estado de derecho se proclamó en abril del 2004 en el teatro Melico Salazar y se ha fortalecido en estos años, particularmente a partir del 8 de mayo del 2006, gracias a una propaganda constante y a declaraciones fementidas de políticos, expresidentes, profesionales y algunos grupos sectarios. Si el periódico Granma , órgano del Gobierno y del Partido Comunista Cubano –una y la misma cosa– fue su propagandista, la reciente declaración de Tintorero, en Venezuela, la confirmó y la proyectó internacionalmente, con el respaldo reiterado de Chávez, y, anteayer, Fidel Castro le puso su sello. El ataque contra la democracia costarricense y la lucha contra el TLC forman parte de la estrategia y de la agenda fidelista y chavista, esto es, comunista. Las pruebas son abundantes.
Queda a cargo de los adversarios de buena fe contra el TLC la distinción entre sus principios democráticos y estas malas juntas que, por su poder, tienen un papel determinante. Al menos, deben ser conscientes, sin embargo, de las enseñanzas en la historia de estas confusiones y estas compañías. En cuanto al resto de los ciudadanos y de los dirigentes, así como del Gobierno de la República y de otros poderes del Estado, corresponde actuar con lucidez y coraje. En esta materia tan sensible, la indiferencia o la animadversión política –que inspira no pocos planteamientos y poses– son enemigos mortales. Conviene, por ello, tomar en su justa dimensión el documento intitulado “Reflexiones del Comandante en Jefe”, Fidel Castro, en el periódico Granma del 17 de mayo pasado. En esta declaración Fidel Castro hace suyas, con entusiasmo revolucionario, las palabras de un miembro de la Alianza Social Continental.
En esta declaración Fidel Castro define, sin tapujos, su posición: primero, la derrota del TLC en Costa Rica representa otra “victoria” –por supuesto, suya–; segundo, la lucha contra “el libre comercio, en todas sus manifestaciones, es el eje articulador de nuestros diversos movimientos en la región centroamericana”; tercero, Castro ataca el comercio con EE. UU. (aunque se lamenta día y noche del embargo comercial de este país), pero también con Europa, pues estas potencias pretenden“ apropiarse” de su biodiversidad y de sus recursos naturales, y cuarto, anuncia “un fraude en el referendo sobre el TLC”, el 23 de setiembre próximo, en nuestro país, esto es, pretende, dictador por más de 40 años y violador sistemático de los derechos humanos, darnos lecciones de democracia y limpieza electoral.
La intromisión de Chávez y de Castro en los asuntos internos de Costa Rica persigue el siguiente objetivo primordial: desacreditar y debilitar el sistema democrático costarricense y el sistema electoral, lo cual no se logra, obviamente, con palabras, sino con hechos, esto es, con la desestabilización económica y social del país. Desde este punto de vista, el TLC es la pieza esencial. El rechazo del TLC significa el inmovilismo y el aislamiento paulatino de Costa Rica de nuestros principales socios: EE. UU. y Centroamérica, con efectos nefastos en la reducción de las inversiones, del empleo y de la transferencia tecnológica. El triunfo del NO puede socavar económica y socialmente al país, y, como consecuencia, debilitar la gobernabilidad y la autoridad del Gobierno, y lanzar al primer plano político a los grupos sectarios, ideológicos o políticos del país.
Chávez y Castro, en suma, están actuando con coherencia ideológica y política. El dinero no faltará. Saben lo que están haciendo y hacia dónde van. Los incoherentes y descaminados son otros en nuestro patio, al son de un falso patriotismo o de su propia mezquindad política, compañeros de ruta, hoy, de los adversarios de ayer. El Gobierno de la República, que debe protestar sin ambages, y los sectores democráticos del país deben darle a esta estrategia la máxima atención en el campo nacional e internacional. El referendo del 23 de setiembre sobresapa en mucho el TLC. Hay valores esenciales implicados en esta decisión. Los enemigos de la democracia y de Costa Rica se han encargado, en buena hora, de mostrar sus cartas y todo su juego.
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